

El objetivo final es no tener que hacer horas extras para acabar algo que te daría tiempo a terminar en tu jornada laboral normal. No se trata de no levantar la cabeza de la mesa, las pausas son importantes y es necesario descansar, pero trata de evitar esas pequeñas cosas que desvían tu atención de forma más frecuente y evitan que seas más productivo.
Ahí va una lista de lo que más puede desviar tu atención en una jornada de trabajo normal:
- El correo electrónico. La entrada de uno de estos mensajes puede ser la excusa perfecta para abandonar lo que haces y distraerte. Si no esperas nada importante puedes temporalizar la recepción de nuevos mensajes.
- Las llamadas telefónicas. Inevitables, pero puedes priorizar su recepción. Haz una lista con las imprescindibles y el resto a la cola.
- Tu puesto de trabajo: Visualízalo mentalmente, piensa en lo que necesitas y colócalo según te convenga. La mesa debe estar ordenada y todo aquello que necesites para trabajar debe estar a tu alcance. ¿Cuánto tiempo pierdes en buscar documentación que necesitas?
- La dispersión de elementos necesarios. Si es posible, evitar que la documentación que necesites para tu trabajo esté ubicada en lugares distintos. Evitar paseos innecesarios.
- Dudas. Es mejor preguntar todo lo que no entiendes antes de ponerte a trabajar.
- Tiempo. Repartir bien el tiempo es fundamental, habrá momentos en los que tu concentración será máxima (mitad de jornada) aprovéchalos.
- Internet. Evita navegar por páginas ajenas al trabajo. Cuando lees el periódico o buscas un viaje en horario de trabajo, te costará volver a coger el hilo de lo que estabas haciendo.
- Pausas. Las justas y tampoco muy largas. Descansaremos lo necesario para desconectar y volver a la carga.
Intenta identificar cuáles son las cosas que no te permiten rendir a tope y recuerda que cuanto antes acabes con tu trabajo, antes podrás disfrutar de otras cosas que te resultan más placenteras o que te llenan más.