Enseñarles que
pedir perdón les hace mejores personas y más humildes, es una de las difíciles tareas que se enfrentan los padres pues tienen que inculcarles a sus hijos primero Enseñar a nuestros hijos a pedir perdóncomo la empatía, solidaridad y a entender que como personas todos cometemos errores y que debemos aprender de ellos para que no se repitan en la medida de lo posible.
Motivar al niño a pedir perdón
Cuando tu hijo haya tenido un mal comportamiento con su hermano, sus amigos o incluso alguno de los padres debemos de
motivarle a pedir perdón y para ello, nosotros, debemos de explicarles que
sus malas acciones hieren a otras personas, y por tanto no se deben repetir. Debemos mostrarles lo que es la
empatía diciéndoles que con su acción o palabras la otra persona se siente mal, y para ello podemos pedirle que se ponga en el lugar de la persona "herida". Además de regañarles o decirles que no es el comportamiento que deben de tener, debemos animarles a que de alguna manera solucionen el problema y curen la herida pidiendo perdón, y así harán sentir mucho mejor a la persona lastimada. Se estima que
a partir de los 5 años, el niño ya posee la capacidad de saber que su mal comportamiento trae consigo una mala consecuencia. Así que ya podemos hacerle recapacitar sobre lo que hizo y hablarles de la importancia que tiene arrreglar lo ocurrido, reconociendo su error y pidiendo disculpas con un abrazo, un detalle, cambiando su forma de actuar o con un
"lo siento", "
perdón" o "
disculpas". Como siempre a la hora de educar a los niños, los padres deben de ser un buen ejemplo para ellos. Un niño que aprende a pedir perdón desde una edad temprana estará preparado para tener
buenas relaciones personales en su futuro. Fuente imagen por
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Yo creo que te olvidas de algo básico (o que, al decirlo en el último párrafo y de forma no muy extensa, no parece tan relevante como creo que realmente es). Para que un niño aprenda a pedir perdón es necesario que vea a los adultos hacerlo.
Un adulto que se disculpa con el niño cuando le da un golpe involuntario, o incluso cuando lo contradice por su bien, está dando al niño un ejemplo insuperable de cómo pedir perdón no degrada a nadie. Si nunca pides perdón a tu hijo, tu hijo aprenderá que el perdón es algo que se pide cuando te obliga alguien más poderoso.
Si me tropiezo sin querer con mi hijo en el pasillo (porque voy cargada y no le veo, o porque me desequilibro, o…) está bien que le diga «te he golpeado! Te he hecho daño? Iré con más cuidado en adelante: me perdonas?».
Si debemos dejar el parque antes de lo que él quisiera estará bien que, tanto si tiene una pataleta como si no, le reconozca: «tenemos que irnos a casa, porque es tarde y papá nos está esperando/hay que cenar antes de que sea demasiado tarde/… Tienes razón en enfadarte, porque aún tienes ganas de jugar. Mañana intentaremos bajar antes: me perdonas?»
Pedir perdón no nos humilla, nos hace más humanos, nos hace más empáticos. Pero un niño no quiere ser humano, no quiere ser empático: quiere ser como sus padres.