

El acoso escolar se refiere a todas las formas de actitudes agresivas, intencionadas y repetitivas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes contra otro u otros. El que ejerce el bullying lo hace para imponer su poder sobre el otro, a través de constantes amenazas, insultos, agresiones y vejaciones, y así tenerlo bajo su completo dominio a lo largo de meses e incluso años.
La víctima sufre en silencio en la mayoría de los casos. El acoso le hará sentir dolor, angustia, miedo, hasta tal punto que, en algunos casos, puede llevarle a cometer una locura como el suicidio.
En nuestro país se estima que un 1,6% de los niños y jóvenes estudiantes sufren por este fenómeno de manera constante y que un 5,7% lo vive de forma esporádica. Sin embargo, una encuesta del Instituto de la Juventud (INJUVE) eleva el porcentaje de víctimas de violencia física o psicológica habitual hasta un 3% de los alumnos. Y afirma que un 16% de los niños y jóvenes encuestados reconoce que ha participado en exclusiones de compañeros o en agresiones psicológicas.
El Defensor del Pueblo sitúa en un 5% el porcentaje de alumnos que reconoce que algún compañero le pega o le instiga en su centro educativo, mientras que el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA) indica que casi la mitad de los estudiantes dice ser insultado o criticado en el colegio, y que un 13,4% confiesa haber pegado o maltratado a sus compañeros.
Los casos de bullying se multiplican y cada día que pasa nos damos más cuenta de que ni es una moda reciente ni parece que vayan a parar.