

General obligatoria:
Esta primera prueba consta de cuatro ejercicios (cinco en las Comunidades Autónomas con lengua propia), dos menos que hasta la fecha: Lengua Castellana y Literatura, Lengua Extranjera, Historia o Filosofía, según elija el alumno, y una materia de la modalidad en que se ha estudiado el bachillerato (Artes, ciencias y Tecnología, Humanidades y Ciencias Sociales).
Se aprueba con un 5 o más como resultado de la media del 60% de la nota de segundo de Bachillerato y el 40% de la calificación obtenida en esta fase general de la selectividad, siempre que en la misma al menos se haya obtenido un 4.
Las previsiones apuntan a un 90% de aprobados para esta fase, si se mantiene la media de años anteriores.
Voluntaria específica:
Esta es la gran novedad de la nueva selectividad, esta fase sirve para subir hasta cuatro puntos la nota de la prueba general obligatoria, siempre que se haya superado ésta. En ella, los alumnos podrán examinarse de cuatro asignaturas de modalidad de segundo de bachillerato diferentes a la elegida en la fase general.
Por primera vez, los titulados de FP Superior y de enseñanzas de régimen especial podrán acceder directamente a la universidad con la nota de sus estudios, aunque podrán presentarse a la fase específica para mejorar su nota de admisión.
Los centros universitarios podrán determinar qué materias de modalidad son prioritarias para unos estudios u otros y cuales, en consecuencia, puntúan más en cada titulación. Así, un examen perfecto de cualquier asignatura de la fase voluntaria sumará un punto o hasta dos si la universidad donde se quieren cursar los estudios la ha señalado como prioritaria. De todas formas, sólo contarán las dos calificaciones más altas de todos los ejercicios voluntarios.
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