

Lo ideal es que el título contenga la idea central de lo que vas a hablar y, que conecte con la acción que quieres que lleven a cabo. Es recomendable usar un verbo en primera persona del plural (apoyemos, trabajemos). Es una buena manera de hacer sentir participes a tus oyentes. El orden de las ideas de tu discurso debe de ser el adecuado. Por ejemplo, primero plantea el problema y posteriormente la solución. Debes de incluir las causas y los efectos, las ventajas y las desventajas de la manera que creas oportuno pero que sea de forma clara y directa. Preparar una introducción es algo opcional y depende del tiempo del que dispongas. Es una forma de anticipar el contenido de lo que vas a hablar de manera general. Recuerda que las primeras palabras que digas son muy importantes para retener la atención de tu público. Un consejo es comenzar con una pregunta interesante, o una cita relacionada con nuestro contenido que sea llamativa. La conclusión de tu discurso debe de invitar a tu público a reflexionar sobre lo que has explicado. Se puede hacer una solicitud, es decir, pedir a tu público que apoyen o sientan el objetivo de tu discurso o bien, motivarles incidiendo en las razones de tu contenido. Cuando ya tengas tu discurso preparado, el siguiente paso es ensayarlo. Tienes que tener en cuenta el tiempo del que dispones y, por tanto, es mejor que lo hagas con un cronómetro y una grabadora. Es muy importante que interiorices el discurso y lo repitas las veces que sea necesario. Cuanto mejor lo tengas preparado, más seguridad transmitirás. Siempre puedes revisar y cambiar alguna idea si no te convence.
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