

El hecho mental, por el cual intelectualmente sabemos las cosas, se denomina cognición. Mientras que la evaluación implica el darle a estas cosas un valor o juzgarlas.
Al estar unidas en una misma psique se manifiestan alternativamente según sea la situación. Su principal diferencia radica en que la cognición es objetiva, es el mundo y la percepción de lo que nos rodea tal cual es. Mientras que la cognición tiene toda la carga subjetiva posible que le hemos otorgado en base a nuestras experiencias y al sistema de valores que manejamos en nuestra vida.
Cada una tiene una función primordial para el individuo, se podría decir incluso que son la base de la vida humana y de sus interacciones: lo que es y cómo lo comprendemos. Así, la cognición nos ratifica la existencia de algo, mientras que la evaluación establece comparaciones y diferencias con el resto de lo existente.
Ambas dinámicas están constantemente intercambiando información ya que una se alimenta de la otra y sin ella no puede existir ni pensar. De este modo, nuestro desempeño diario está basado ampliamente en que voluntaria o involuntariamente entendamos ambas posiciones y, a su vez, podamos desarrollar nuestras diarias actividades. Así, mientras más aprendamos a reconocer la diferencia de cómo es una cosa y la interpretación que le damos, podremos concluir mejor de qué forma nos conviene actuar, pensar o sentir.
Las relaciones con las demás personas y el medio que nos rodea tiene como eje central el equilibrio entre ambos conceptos, puesto que dejarse llevar más por una ruta que por la otra es lo que desencadena serios problemas en la vida.


En el àmbito educativo esto es una eterna lucha, ya que las asignaturas que se plantean necesitan ser enseñadas y aprendidas con ambos componentes de una forma muy nivelada para lograr una verdadera educación que asegure el traslado del conocimiento tal cual es y que haga funcionar la creatividad de los estudiantes con respecto a las múltiples interpretaciones que estos conocimientos pueden tener.
Por ejemplo, el valor que tienen los números según el lugar donde lo coloques en una cifra: el número "dos", colocado antes de un millón, son veintiun millones; colocado después del diez, son ciento dos; pero sigue siendo dos.
Así la evaluación pasa a un plano meramente educativo, en vez de estresarte porque viene a ser en qué medida los educandos han internalizado los conocimientos y las posibles puestas en práctica de los mismos. Y la labor del tutor se hace placentera y enriquecida con buena disposición y creatividad.
Los diferentes diseños de los programas educativos tienen un amplio margen de efectividad cuando estos componentes constituyen su centro y radio de acción .
Los docentes se ven necesitados de educar en vez de ser simples depositarios de información y los educandos se ven incentivados por una posición sencilla, simple y cónsona con la realidad, libres de incorporarlos para su desarrollo y formación, pero sobre todo sin la carga mentalque significa ser receptores universales de cientos de libros. He aquí un reto planteado para la educación de hoy.
Fuente Imagen 1 ING Jorge.
Este artículo me parece buenísimo porque es una forma de entender porque hacemos la cosas. gracias