

Se trata de uno de los pasatiempos favoritos de los pequeños de casa. Tiene riesgos si se juega demasiado, es decir, todos los excesos a la larga no son buenos. Pero, además de que los niños disfrutan y se lo pasan en grande frente a la consola, los videojuegos ofrecen una serie de ventajas para estimular sus habilidades cognitivas.
En función del tipo de videojuego elegido se puede estimular lo siguiente:
-El razonamiento, a través de los juegos de estrategia y que requieran de cierta lógica para avanzar. Pueden venir muy bien para pensar y agilizar la mente.
-La orientación espacial, en concreto con los juegos en tres dimensiones. Se requiere de un cierto dominio de la orientación en el espacio. Por ejemplo, los juegos de plataformas o de aventuras en animación potencian este aspecto.
-La capacidad de atención y de concentración. Mientras el niño juega, se centra en el juego y en las tareas que tiene que llevar a cabo para avanzar de nivel. Puede ser muy favorable que desarrolle esta técnica y la lleve a cabo cuando estudie. Eso sí, una sobreexposición al juego generará el efecto contrario.
-La coordinación visomotora. Es increíble la habilidad que pueden llegar a desarrollar los niños para que haya una coordinación entre lo que ven y lo que deben hacer.
-Resolución de conflictos y toma de decisiones. Algunos videojuegos de simulación o de aventuras gráficas estimulan la resolución de problemas cotidianos y la búsqueda de posibles respuestas.
-El establecimiento de metas y tareas. El niño que juega tiene una serie de objetivos en el juego y trabaja en ello para cumplirlos.
-Desarrollo de la creatividad a la hora de crear tus propios personajes en determinados videojuegos.