Todos estos adelantos aportan muchos beneficios y facilidades para la educación de los hijos, pero también pueden convertirse en elementos distractores y ser una actividad negativa para ellos.


Es evidente que los videojuegos ayudan a que el niño desarrolle una serie de conocimientos y habilidades muy positivas para ellos. Muchos videojuegos demandan un razonamiento y una intuición en los jóvenes, que es de gran valía para su desarrollo.
Una de las mejores maneras de llegar a ellos es a través del juego, como los niños se sienten atraídos y se divierten, podemos conseguir atraer toda su atención y motivación para que aprendan de una materia.
Ahora bien, muchos padres se encuentran con el conflicto de ¿Cuánto tiempo debo de permitir a mi hijo que juegue a las videoconsolas?, y les resulta complicado resolver esta tesitura de una manera favorable para ambos, para los padres, y para los niños, que normalmente van a demandar más horas de juego.
Pues bien, lo más aconsejable es llegar a un acuerdo con los jóvenes, marcando unas metas y unos horarios preestablecidos desde el principio. Organizarse de tal manera que primero dediquen un tiempo a realizar las tareas del colegio, para que después puedan disfrutar de las videoconsolas, esto se antoja necesario, ya que si lo dejamos en manos del menor, probablemente querrá dedicar casi todo su tiempo libre, fuera de la escuela, a jugar a las consolas.
Se pueden utilizar las horas de videoconsola como premio para el niño, es decir, llegar a un acuerdo de que jugará a la consola cuando realice una tarea determinada, entonces esto puede ser el motor que empuje al niño para realizar la tarea.
Uno de los mayores peligros en este sentido viene cuando los padres dejan a su hijo jugar a las videoconsolas “por no oírle” o para que les deje en paz, esta actitud lo que favorece es que el niño aprenda que cuando quiere jugar a la videoconsola tiene que comportarse de una manera molesta para los padres.
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