

Los estudios psicológicos demuestran que los niños que son educados de forma andrógina, tienen más autoestima, son más comprensivos, más asertivos, más sensibles, en definitiva, están mejor preparados para adaptarse a mayores situaciones que los niños educados de una forma más tradicional.
Al fin y al cabo, el que un niño juegue con muñecas, y se le tache de algo en concreto, no es más que una etiqueta que la sociedad ha creado. Tenemos unos roles asignados muy cerrados, y existe la creencia de que los niños que juegan con muñecas en la edad adulta serán homosexuales. La realidad es otra, el que nuestro hijo juegue con un juguete o a unos juegos u a otro no va a determinar su orientación sexual.
Así que la postura que más beneficia para el desarrollo psicológico del menor es una postura de comprensión y aceptación, si el niño quiere jugar con muñecas no existe impedimento para ello. El único problema con el que se puede encontrar nuestro joven, y que debemos de vigilar, es que si tiene muchos rasgos del género contrario sea rechazado por su grupo de iguales, lo que sí puede suponer una dificultad en su desarrollo psicológico.
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