

Lo primero es tener una buena idea, un proyecto que quieres desarrollar y convertirlo en tu fuente de ingresos. Las buenas ideas surgen de aquellas cosas que conoces o has estudiado, de algo relacionado con tu antiguo trabajo o de alguna de tus aficiones (siempre te ha gustado montar a caballo, se te da bien y quieren montar un centro ecuestre).
Para poner en marcha tu propio negocio se necesita mucha información y asesoramiento, estudiar el entorno, las posibilidades que ofrece el mercado… Para ello puedes informarte a través de las instituciones públicas como cámaras de comercio, ayuntamiento, comunidad autónoma, etc. o a través de las privadas como asociaciones empresariales, asesorías especializadas en la creación de negocios.
Una vez que ya manejas toda la información necesaria relativa a tu futuro negocio puedes ir dándole forma económica. Debes preparar un riguroso plan económico en el que no pueden faltar presupuestos de tesorería, balances provisionales, cuentas de pérdidas y ganancias, que demuestren que la actividad puede generar beneficios económicos. Un buen Plan de Cuentas puede ayudarte a conseguir financiación externa (préstamo de un banco) y puede ayudarte a calibrar la viabilidad de tu negocio. Sé lo más riguroso posible, así evitarás disgustos.
Tu empresa necesita una forma jurídica para empezar a trabajar, la más comúnmente elegida para estos casos es la de Sociedad Limitada (en caso de que comiencen a aparecer las temidas deudas, los socios de la empresa sólo están obligados a responder con la cantidad de dinero que aportaron para su creación).
Estas son las pautas generales a tener en cuenta a la hora de montar tu propio negocio, tu trabajo y la suerte pondrán el resto.