

Sin embargo, para muchas personas -incluso, especialistas del campo educativo- es la propia educación la que fomenta poco y nada a la creatividad, y que por el contrario, la limita hasta el punto de que no tienen ningún grado de libertad o autonomía para desarrollarse, siendo tal vez el problema más acentuado y preocupante de todos los sistemas educativos.
La creatividad y el pensamiento divergente
Cuando un niño nace, no viene predeterminado con un tipo de pensamiento. Por el contrario, sus vivencias, su crianza, su desarrollo innato y la educación lo van moldeando, por lo que seguramente luego será más fácil de clasificarlo en cada uno de los tipos de pensamiento que puedan existir. Dentro de estos tipos de pensamiento -que son muchos-, uno de los más importantes es el divergente, siendo tal vez de los más raros o escasos, porque tiene en la creatividad sin límites su particular premisa inicial.
Las personas con un modo de pensar divergente ante un problema, un único problema, son capaces de idear hasta cientos de soluciones distintas, con enfoques totalmente contrapuestos entre sí, solo por diversión, ya que es la forma en que su cerebro trabaja. Por supuesto, las personas divergentes tienen en la inteligencia otra gran cualidad.
El pensamiento divergente y el sector educativo
Aunque no generalmente, todos los niños tienen una inclinación innata hacia formas de pensamiento divergente.
El pensamiento divergente se caracteriza por tener procesos abstractos, no lineales, dados a la improvisación y a las soluciones creativas o también llamadas como out the box o fuera de la caja, de lo común. Un niño, jugando, intentando encontrar ideas, es capaz de seguir estos pensamientos no lineales, casi que de forma innata. Mientras tanto, en la educación los procesos no lineales y puramente creativos son escasos o inexistentes, incluso en los métodos pedagógicos más flexibles -donde, claro, el mal será menor-.
Por el contrario, se siguen procesos lineales de educación, métodos aún más lineales para la solución de los problemas, e incluso los temarios o asignaturas plantean problemas que son incompatibles con las soluciones creativas. Por si fuera poco, una de las razones de que el pensamiento divergente triunfe tiene que ver con el derecho a equivocarse y a experimentar, porque salvo casos excepcionales, la creatividad no encuentra soluciones al primer intento, pero seguramente las encontrará.
El sistema educativo por lo general no es flexible con los que intentan y se equivocan -para eso son las calificaciones-, de manera que hasta las personas más creativas -y esto va desde lo escolar hasta lo universitario- deben adaptarse a un sistema de pensamiento más convencional, lineal y para nada creativo, porque de esa manera podrán avanzar en su educación y obtener buenas calificaciones, aunque a costa de sacrificar el pensamiento divergente o cualquier otra variante de pensamiento creativo.
Y sí, la educación actual prácticamente limita o al menos condiciona a la creatividad, pero el problema no viene dado únicamente por esa potencial limitación, sino más bien por la complejidad de encontrar o de desarrollar fuera de la práctica diaria al pensamiento divergente y a la explotación creativa.
Por esa razón, y eso a juicio del campo de la psicología y la investigación del desarrollo creativo, es cada vez menos probable que las personas que provengan del sistema educativo convencional adquieran condiciones creativas excepcionales, a no ser que las obtengan por la inventiva propia, por la inclinación hacia la educación autodidacta u otros métodos.
Lo que sí queda claro es que la importancia de la educación para la vida social, profesional y personal de todo individuo es innegable. Pero, una cosa no quita a la otra, y posiblemente sea la creatividad el elemento faltante en los sistemas educativos modernos.