

Es indispensable sentir vocación por lo que se hace y ponerle "arte", o sea, ese toque personal y propio que distingue un buen profesional de los del montón.
Cualquier profesión puede ser ejercida con destreza y eficiencia, y en esto hay vario puntos que se deben tener en cuenta: 1) Conseguir el objetivo 2) Elegir el camino para lograr el objetivo 3) Ocupar el menor tiempo posible 4) Conformar al cliente 5) Obtener remuneración.
Cuando uno de estos puntos predomina en importancia más que los otros para el profesional está descuidando la imagen profesional y esto deteriora su relación con la sociedad, lo cual pasa a dar lugar a un círculo vicioso donde la formación continua se estanca, la confianza del cliente es menor, la remuneración también, etc. . Por eso es importante que desde el comienzo el profesional se esfuerce por tener un perfil en su trabajo que le permita adquirir la habilidad de ejercer su profesión con eficacia.
La habilidad se basa sobre un soporte previo, la aptitud, el talento, la vocación; ese conjunto de cualidades que dispone a una determinada persona a elegir una actividad y no otra. Se cree que una vocación existe antes de la formación y de la experiencia; sin embargo, muchas personas descubren su vocación luego de comenzar a ejercer una profesión dado que: la vocación es innata pero no siempre se manifiesta externamente, la formación de grado (o sea el hecho de estudiar la carrera) es abstracta en tanto que el hecho de ejercer la profesión es una cuestión de hecho, una actividad concreta.
En esta concretización de los resultados de años y años de estudio, muchas personas descubren un gusto insospechado por lo que están haciendo y pueden convertirse en excelentes profesionales.