

De esta manera, estamos ante un problema que tiene consecuencias inmediatas en el aprendizaje del alumno ya que supone un retraso en su adquisición de conocimientos.
Las faltas de asistencia a clase durante el curso escolar son normales siempre y cuando tenga un carácter aislado y excepcional porque no interfieren en el aprendizaje del niño. Ahora bien, si las faltas a clase son constantes, entonces podemos hablar del absentismo escolar, que tiene como consecuencia directa el fracaso escolar, la incultura, el analfabetismo y el abandono prematuro de la enseñanza.
El absentismo escolar se convierte en un problema social, en el que la Comunidad se ve obligada a tomar cartas en el asunto. Conviene analizar cuál es el origen de este problema, ya que pueden ser diversos factores como de tipo social o de carácter personal. Puede ser consecuencia de una personalidad rebelde o de un profundo desinterés que el alumno manifiesta por la educación. En este caso, se aplican tratamientos de tipo psicológico para encaminar al niño y hacerle ver la importancia de la educación teniendo en cuenta cuál es el origen del problema.
Sin embargo, a veces el problema es mucho más complejo. Si el absentismo escolar es consecuencia de problemas sociales o familiares, la solución no es tan fácil. En muchas ocasiones, son los estudiantes de etnia gitana y los inmigrantes, los colectivos que acaparan el absentismo escolar.
Si el problema no se soluciona a tiempo, puede tener consecuencias nefastas para el sistema educativo, que serían en fracaso escolar y su posterior abandono. Pero, además, puede derivar en un problema social grave que tendría como consecuencias el paro, la delincuencia y la marginación.
El sistema educativo debe de actuar con un protocolo que se base en tres pilares fundamentales para tratar el absentismo escolar: la presencia del alumno en clase, la participación y el aprendizaje.