

Si los padres educan en valores a sus hijos desde que tienen uso de conciencia, entonces les estamos ayudando a encontrar su propia identidad y su propia felicidad. Los valores guardan relación con la identidad de cada uno, puesto que son las convicciones que determinan la manera de ser de las personas.
Los valores que transmitamos a nuestros hijos son aquellos que pongan en práctica los padres, puesto que no se puede transmitir algo que no se ha interiorizado previamente.
Es muy importante que los padres y los educadores transmitan la importancia de hacer el bien para que el día de mañana nuestros hijos sean personas de provecho y con éxito en la vida. Muchos padres quieren que sus hijos sean los más responsables, generosos o tolerantes, pero no son conscientes de que es algo en lo que hay que trabajar puesto que nadie nace enseñado.
El desarollo moral no se construye de la noche a la mañana. Es un proceso constante en el que tenemos que ponernos en lugar del niño, comprender y orientarle hacia una actitud positiva que le permita ser capaz de discernir entre el bien y el mal. No hay que olvidar que la disciplina es importante de la misma manera que la atención y los gestos de cariño hacia nuestros hijos. Se trata de ayudar a nuestros hijos a identificar sus emociones y de no descalificar al resto de personas.
Cuantos más valores tengan los niños, más probabilidades habrá de crear un futuro con personas con valores y capaces de vivir en armonía con el resto de individuos.