Aprender un nuevo idioma, estudiar en un contexto diferente, conocer personas de otros países y, en definitiva, probar toda una experiencia inmersiva es algo que todo el mundo debería poder vivir, al menos, una vez en su vida.


Además, hoy en día, el hecho de poder estudiar un curso académico en el extranjero es también un factor altamente determinante para el futuro laboral de niños y adolescentes. Como bien indica este post de Ieduex, las generaciones que se están formando en la actualidad deben tener claros sus objetivos educativos, así como el gran nivel de competitividad laboral a escala global al que se van a enfrentar una vez terminen con su formación.
Es por eso que esta oportunidad educacional de pasar un año o un trimestre en el extranjero es tan interesante para ellos. Además de poder aprender un nuevo idioma de forma directa y con estupendos resultados, la realidad de los estudios en el extranjero es que aportan muchos otros beneficios, que serán igual de importante para el futuro de los más jóvenes. Desde la gestión personal, hasta las competencias sociales y transversales, esta nueva oportunidad de formación es una forma de sentar las bases para un futuro laboral exitoso.
Por este motivo, en este post queremos dar a conocer cuáles son los principales beneficios de estudiar un año académico en el extranjero, desde la adquisición del idioma hasta otras aptitudes personales y herramientas indispensables.
Bilingüismo y aprendizaje inmersivo
El primer beneficio de pasar un año académico en el extranjero está claro: el aprendizaje inmersivo de un idioma diferente al materno que, sin duda, propiciará el bilingüismo. Ser bilingüe a día de hoy es uno de los puntos más importantes para poder mejorar a nivel personal, profesional y educativo, por lo que esta experiencia en sí misma ya es un auténtico beneficio.
Además, al trasladarse a otro país, los estudiantes estarán aprendiendo en un entorno totalmente inmersivo, que les hará salirse de su zona de confort, explorando nuevas formas de aprendizaje y relacionándose con todo tipo de personas locales.
Capacidad de gestión personal
Otro de los grandes beneficios de esta experiencia internacional es la capacidad de gestión personal que adquieren los estudiantes. Además de aprender un idioma también desarrollan sus capacidades para gestionar su tiempo y su espacio, aprenden a cooperar con compañeros de todas las partes del mundo, pueden trabajar en equipo e, incluso, se pueden convertir en grandes líderes de su entorno. En definitiva, el crecimiento y la experiencia que forman parte de aprender un nuevo idioma también van dirigidos a obtener un beneficio y un desarrollo personal muy interesante.
Competencias transversales
Las competencias transversales son aquellas actividades que diríamos comunes a todos los puestos de trabajo, sean del campo técnico que sean: capacidad de adaptación, resiliencia, autoconocimiento, trabajo en equipo, resolución de problemas… Y es que, en este sentido, estudiar durante un año en el extranjero puede ser la mejor forma de potenciar estas competencias de manera prácticamente natural.
Al estudiar un año en un contexto diferente, fuera de todo lo que se conoce, se activan nuevos mecanismos para encontrar soluciones a los problemas del día a día que vayan surgiendo. Una ventaja increíble que todos estos estudiantes tendrán ya interiorizada, por ejemplo, a la hora de insertarse en el mercado laboral.
Independencia y aptitudes para resolver conflictos
La independencia y la resolución de conflictos son dos de los puntos clave que ilustran los enormes beneficios de realizar un curso académico en el extranjero. Después de pasar unos meses en el extranjero, los estudiantes podrán encontrar soluciones más óptimas y de manera más rápida a las cuestiones que les vayan surgiendo en su vida. Con esto se trabaja su independencia personal, a través de la cual potenciarán también otras capacidades como el pensamiento crítico, la amplitud de miras o la disposición de elaborar estrategias para lograr sus objetivos de forma más eficaz.
Un empujón al currículum
Aunque pueda parecer una cuestión obvia, lo cierto es que estudiar un año en el extranjero no solo aporta un empujón al currículum en cuanto al idioma. Pasar un año lejos de casa, con todo lo que ello conlleva a nivel personal, dice mucho más de una persona que el propio nivel que se tenga de un idioma extranjero.
Las empresas hoy en día valoran más que nunca las capacidades satélite que se forman en torno a estas experiencias: ser capaces de salir de la zona de confort, poder encontrarse con problemas y saber resolverlos o ser independiente para tomar decisiones importantes.
Una visión más amplia del mundo
Finalmente, el último beneficio más destacado de pasar una temporada estudiando en el extranjero es el hecho de obtener una visión más amplia del mundo, aprendiendo sobre todo a valorar las opiniones y creencias de las personas que nos rodean. Tener la capacidad de apreciar los contextos y las realidades propias de los demás, así como el hecho de poder conocer otras culturas es algo imprescindible también para dar el valor que merece a lo diverso