
Pero cada niño es un mundo y no todos tienen las mismas necesidades, por tanto el trato también es variable.
Se dice que hay que tratar a los hijos por igual, pero hay que tener en cuenta que cada niño es diferente y eso significa que requiere de unas atenciones diferentes. Por ejemplo, si uno de ellos necesita ayuda con los deberes o más cariño que su hermano porque ha tenido mal día debemos tenemos que prestarle la atención necesaria.
También hay que tener en cuenta que el orden de nacimiento marca el carácter de los hijos. Sólo uno es el mayor y cuando nació estaba solo. La relación con él ya estaba creada antes de que nacieran el resto de hermanos. También influye la experiencia de cada uno, si tú eres el hermano pequeño es probable que te entiendas mejor con el benjamín de la casa. Sumado a ello, las necesidades de cada niño en función de su edad varían. Las necesidades de un niño de 10 años son diferentes a las de un niño de 5.
Tratar de forma diferenciada a los niños no significa que haya una preferencia por uno u otro. Se trata de dar a cada uno lo que necesita para que su desarrollo en la vida adulta y sus relaciones con los demás prosperen.
Otro factor que influye en este proceso es el sexo de los hijos. Un niño evoca sentimientos y expectativas diferentes que una niña.
Hay unas circunstancias que no se perciben pero que también pueden influir inconscientemente en la relación con los hijos. Si la llegada del bebé está asociada con un acontecimiento triste, se relacionará con tensiones.
En cualquier caso, siempre hay que tratar de dar el amor a todos los hijos por igual, fomentar la comunicación con todos ellos, respetar sus espacios y atender a sus necesidades dejándoles cierta autonomía.
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