

Es innegable que la violencia está presente en el mundo, y sobre todo entre adolescentes. Pero también es cierto que se puede educar a los jóvenes para que sean personas pacíficas. Esto será beneficioso para que sus vidas sean más seguras y para que nuestra sociedad pueda mejorar en generaciones venideras.
Para educar a los jóvenes de forma que no sean violentos hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:
-La importancia de que haya una buena comunicación entre padres e hijos. El hecho de dialogar y de tener una relación estrecha para afrontar las dificultades son la base para que nuestros hijos crezcan de forma saludable.
-Demostrar el amor y el cariño. No se debe dar por hecho que se tiene amor hacia los hijos. Hay que demostrar que se les valora y se les quiere.
-Fomentar valores básicos de la vida a nuestros hijos. Si queremos que sus conductas no sean violentas, entonces es esencial que les transmitamos el respeto, la tolerancia y el diálogo. Podemos utilizar ejemplos sencillos que contengan valores educativos como libros o una lista de personas que han sido importantes a lo largo de la historia por los valores que tenían.
-Es fundamental que los padres sean ejemplo de los niños y que no haya conductas agresivas en casa.
-Todos estos puntos deben de ser constantes en la educación de los jóvenes si queremos que sean pacíficos. El amor, la comunicación y la disciplina se cultivan en el día a día y no sólo en momentos puntuales.
-La disciplina no es sinónimo de castigo. No podemos castigar a nuestros hijos con gritos o dejarles sin comida. No es el camino a seguir y sólo conseguirá traer más violencia. La disciplina y saber comportarse en la sociedad son importantes y siempre debe de haber una puerta abierta al diálogo.