Algunos niños o niñas, con aires de superioridad, hostigan y arremeten contra otros/as, quienes, muchas veces, se acobardan y convierten en sus marionetas.


La mayoría de las ocasiones, los niños/as, que son víctimas del llamado bullying, callan su situación y tienden a etiquetar al agresor o agresora como quien siempre se porta mal o el más borde de la escuela y, por eso, es así, entrando en una espiral de silencio, en la que siguen siendo maltratados.
Si queremos combatir el bullying, tenemos que ponernos firmes ante el problema y cada uno, desde su condición de padres, docentes, amistades o compañeros, tomar ciertas medidas como pueden ser:
- Los adultos debemos prestar oídos a las quejas de niños que se sientan acosados, brindándoles atención y confidencialidad en la búsqueda de solución inmediatas.
- A los agresores se les debe aplicar el peso de la normativa escolar o el peso de la Ley si fuera necesario. De esta forma, habrá ejemplo de justicia.
- Tanto los agresores como los agredidos deben recibir las orientaciones psicológicas pertinentes.
- Trabajar en la prevención es posible a través de la educación en valores y respeto por los demás. Organizar ambientes donde el diálogo sobre esta temática se plantee con confianza. Y la sensibilidad ante el dolor de los demás y la compasión y tolerancia sean fortalecidos. Nuestra sociedad está luchando contra la violencia machista, pero debemos tener claro que las mujeres también pueden ser muy violentas.
- Mostrar claramente a los alumnos cuáles son los símbolos de acoso y cuáles son las vías que tienen que seguir para denunciarlo. Conocer las normativas de su centro escolar al respecto.
- Combatir en nuestras localidades, las programaciones de los medios de comunicación social que inciten a la violencia. Vigilar la programación que ven los menores. De esta forma, se modula la propagación de conductas nocivas para la salud emocional. Recordemos que, en la realidad, un golpe como el que vemos en las películas o anuncios publicitarios puede ser mortal para quien los padece.
- Mantener constante comunicación entre los tutores y las familias y nunca menospreciar los comentarios que puedan darse sobre algún niño o joven que pueda estar siendo acosado.
El respeto por la dignidad de la vida es transmitido a los más jóvenes, más que por las buenas palabras, por el ejemplo que reciben del mundo que les rodea. Los niños y niñas intentan resolver los problemas de la misma forma que sus padres y/o maestros resuelven los conflictos que ellos mismos viven o cómo lo perciben de la sociedad. Por lo tanto, cada vez que tengamos que llamarles la atención por algo, debemos hacerlo con respeto, diálogo y, sobre todo, planteando una solución justa para las partes involucradas.
muy buena informacion