Aunque los padres piensen que lo de premiar y castigar funciona, los expertos, por el contrario, piensan que el premio o el castigo no deben ser utilizados como estimulo para que un chaval estudie.
Un premio o un castigo pueden utilizarse en alguna ocasión, pero nunca como moneda de cambio o amenaza, sino como un recurso más para educar, reconociendo los logros e intentando corregir los errores.
Los castigos más comunes estos días serán la prohibición de utilizar el ordenador, la videoconsola, ver la televisión o salir con los colegas. ¿Pero realmente valen de algo estas medidas? La mayoría de los expertos piensan que no. Los padres no deben utilizar estos castigos para motivar a sus hijos a estudiar, ya que en la inmensa mayoría de los casos lo único que se consigue es que el joven únicamente busque el resultado (no suspendo para que no…) y esto no le deje ser consciente del verdadero valor que el trabajo y el estudio tienen para su formación como persona.
Cómo deben actuar los padres ante los suspensos
- Lo primero es tratar de buscar junto al estudiante lo que ha provocado esos malos resultados. Localizar y analizar las causas para tratar de que no vuelvan a repetirse.
- Si fuese necesario, acudir al profesor para realizar un análisis conjunto de la situación y de paso recoger los consejos e indicaciones para que el estudiante mejore en su rendimiento.
- A la hora de castigar al estudiante, es necesario que exista un acuerdo total entre los padres y nunca levantar el castigo antes del tiempo previsto o se perderá la autoridad ante el joven.
- El objetivo final de los padres debe ser el de tratar que su hijo adquiera sentido de la responsabilidad y que debe afrontar las consecuencias de sus malos actos. Se trata de que adquiera el hábito y el interés por estudiar y aprender.
- La sanción debe estar a la altura del motivo que la provoque. Los padres deben tratar de evitar aquellos castigos que conlleven la privación de cosas que resulten positivas para el chaval, como no dejarle practicar su deporte favorito.
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