Las actitudes de pereza por la mañana o las típicas frases de “mama no quiero ir al colegio” son normales, sobre todo en las primeras edades de escolarización. Hay que tener en cuenta que el niño tiene que superar la situación de tener que enfrentarse al mundo ellos solos, sin el cobijo que les proporciona el ambiente familiar.


Es importante diferenciar una actitud normal en los niños, a cuando realmente hay un problema de adaptación. Las pistas o comportamientos que pueden hacer saltar la alarma, es cuando el niño pierde el apetito, mala calidad del sueño, llantos continuos, o un aumento de la ansiedad.
Ante estas situaciones u otras similares, lo más aconsejable es hablar con el joven y que nos explique qué es lo que realmente le hace no querer ir al colegio. Si no conseguimos obtener demasiada información, debemos de ponernos en contacto con los profesores del niño, ya que estos pueden ver cómo actúa el niño en las aulas, y detectar algún problema comportamental.
Si notamos comportamientos anómalos en el joven de forma continuada, es aconsejable ponerse en contacto con un psicólogo, ya que en los primeros años de la infancia hay unas etapas que todo niño debe pasar de forma saludable y si no puede generar problemas de tipo psicológico que tarde o temprano saldrán a la luz.
La etapa escolar es una etapa delicada para la personalidad del niño, es aconsejable estar muy pendiente de los cambios en el comportamiento que pueda sufrir el niño, y es aconsejable tener un diálogo constante con el menor.
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