

Los mapas conceptuales constan de tres elementos. El concepto, aquella palabra que se emplea para designar cierta imagen de un objeto o de un acontecimiento que se produce en la mente del individuo. Las palabras de enlace: preposiciones, las conjunciones, el adverbio y en general todas las palabras que conectan los conceptos. La proposición, dos o más conceptos ligados por palabras enlace en una unidad semántica.
Los mapas conceptuales facilitan la organización lógica y estructurada de los contenidos de aprendizaje, ya que son útiles para seleccionar, extraer y separar la información significativa o importante de la información superficial. Ayudan a integrar la información en un todo, estableciendo relaciones de subordinación e interrelación y desarrollan ideas y conceptos a través de un aprendizaje interrelacionado.
De esta forma, los estudiantes organizan su pensamiento, y al utilizarse imágenes y colores, la fijación en la memoria es mucho mayor, dada la capacidad del hombre de recordar imágenes.
Para elaborar un mapa conceptual, hay que partir de las ideas resumidas. Cada idea se expresa con un nombre, y de éste saldrán flechas que se relacionan con otras ideas. Las ideas se pueden cerrar en círculos. Las flechas llevan frases que explican o amplian la relación. De un mismo concepto se van derivando las ideas consecuentes, que a su vez pueden estar o no inter relacionadas.
De esta manera, resulta muy sencillo resumir, comprender y memorizar informaciones que en su desarrollo narrativo son demasiado amplias. Además, durante el propio proceso de elaboración del mapa conceptual, el estudiante asimila gran parte del conocimiento