

Las relaciones entre hijos y padres son la base de la familia. Los padres representan la experiencia vivida y los hijos el espíritu de búsqueda y la curiosidad.
Muchas veces estas relaciones se ven afectadas negativamente por diversos factores como la diferencia de edad, de intereses, la disciplina y sobre todo la brecha que existe entre la formación recibida por los padres y la que ahora quieren y aceptan los hijos.
Para fortalecer esta relación es indispensable:
- Que cada parte respete el espacio y las elecciones de la otra. La libertad de acción evita los agobios y da más seguridad interior.
- Cuando haya un conflicto es de vital importancia dialogar con tranquilidad. Hablar de los sentimientos que han surgido y buscar una solución.
- Los niños pequeños tienen muchos caprichos y casi siempre surgen berrinches cuando no se les da lo que quieren. Sin perder la calma, se les debe explicar la situación y sobre todo mantener la decisión.
- Siempre hay que ser sinceros. La verdad siempre permite tener una mejor visión de las situaciones.
- Compartir lo máximo que sea posible. Planificar las vacaciones para estar juntos y compartir. Sin las presiones del trabajo o escolares se estrechan los lazos entre ambas partes y se enriquece la relación.
- Nunca debemos gritar, insultar o tener actitudes agresivas, ya que esto hace que el problema se haga mayor y que se incrementen las distancias. La consideración y el respeto son fundamentales.
- Hablar con los hijos sobre sus gustos, conocer a sus amigos incluso poder compartir alguna actividad hace que haya más confianza.


- Pedir opinión de algunas decisiones que vayan a tomarse, hace que los hijos se sientan tomados en cuenta: la compra del supermercado, la elección del color de un coche, el modelo de ordenador, la adquisición de móviles, algunas prendas de vestir (pueden ir juntos a comprarlas), la elección de una mascota y las condiciones para cuidarle, etc.
- La relación con la escuela debe llevarse de la mejor manera posible. El contacto con los docentes nos permite tener una idea global de cómo los hijos se desenvuelven en la sociedad.
Los padres y los hijos pueden llegar a establecer lazos de comunicación que pueden hacer que la familia progrese, avance y sobre todo que todos se sientan seguros y felices.