

Una creencia muy común es la de que cuanto más inteligentes, más éxito tendremos en la vida, sin embargo, hace unos años desde el mundo de los negocios se han dado cuenta de que sólo con esto no basta. Para la toma de decisiones en poco tiempo y en numerosas ocasiones bajo presión, es muy necesario el autocontrol y la correcta gestión de nuestras emociones.
En muchas ocasiones no basta con poseer un coeficiente intelectual muy alto para alcanzar el éxito en la vida. Ambas inteligencias, la clásica y la emocional, tienen poco en común. Una persona puede ser extremadamente inteligente y tener una vida emocional penosa (dificultad para relacionarse con amigos, pareja, familia…) y al revés, una persona con los estudios básicos que sin embargo es capaz de llevar una vida plena.
Componentes de la inteligencia emocional
Los expertos señalan distintos componentes dentro de la inteligencia emocional:
Conciencia de uno mismo o autoconocimiento emocional: Se refiere al conocimiento de nuestras emociones y saber cómo nos afectan las cosas. Puede resultarnos de gran ayuda saber cómo influye nuestro estado de ánimo en nuestro comportamiento. Siempre es bueno conocer nuestras virtudes y nuestros defectos, para explotar unas y evitar en lo posible los otros.
Autocontrol: Nos permite no dejarnos llevar por los sentimientos del momento. El autocontrol nos permite reconocer que es pasajero en un momento difícil y que puede alargarse en el tiempo. Una actuación impulsiva puede traernos graves consecuencias.
Automotivación: Dirigir nuestras emociones hacia un objetivo final nos ayuda a motivarnos y a sobreponernos a los distintos obstáculos que se nos presenten.
Empatía o el arte de reconocer las emociones ajenas: Tener la habilidad de interpretar correctamente las señales que los demás emiten de forma inconsciente nos ayudará a mejorar nuestras relaciones sociales.
Habilidades sociales: El saber llevarse bien con la gente nos ayuda en nuestro día a día y nos hace mejores personas. No basta con llevarnos bien con nuestro círculo más íntimo, saber tratar a nuestros compañeros de trabajo, jefes e incluso enemigos nos hará sentirnos mejor.
En la actualidad, son muchas las empresas que dedican parte de sus fondos en formar a sus trabajadores en este tipo de inteligencia. Descifrar lo que un cliente piensa antes de que éste lo manifieste puede ser vital en una negociación o saber mantener la calma a