A la par que resulta divertido, el niño desarrolla su creatividad y además evita chuparse los dedos o llevarse a la boca todo lo que encuentre.


El momento oportuno para estimular la creatividad lo situamos entre los seis y 24 meses de vida del niño. La preparación de este ejercicio apenas lleva tiempo y no es nada perjudicial para el pequeño ya que se utiliza pintura no tóxica.
La pintura se puede adquirir en tiendas de manualidades o cualquier juguetería. No obstante se puede preparar desde casa con agua, harina de trigo y pintura vegetal comestible.
Para ello se deben de poner una cacerola de agua en el fuego hasta que hiervan. En ese momento se retira y se añade junto al agua, la harina de trigo. Una vez que se ha removido la masa hasta eliminar grumos, se vuelve a poner al fuego un minuto más. Posteriormente la mezcla se retira de forma definitiva del fuego y se reparte en distintos recipientes para poner en cada uno de ellos el color de la pintura que queramos. La pintura que sobre se puede guardar en la nevera y calentarla un poco antes de volver a utilizarla en otro momento.
Una vez preparada la pintura, las opciones son muchas. El niño puede divertirse pintando sus dedos de colores o usar un pincel y pintar en folios o cartón.
Los colores que pinten no tienen que responder a la realidad ni hay que corregirlo, ya que deben ejercer libremente la creatividad.
Desde muy pequeños, los niños se abren puertas al mundo curioseándolo todo y experimentando. Suelen usar la creatividad mientras crecen y aprenden a expresarse en el mundo. Los padres no deben de reprimir la espontaneidad de los niños, es más, deben participar en el juego infantil y sus actividades deben de ser divertidas y libres.
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