Si no hay más remedio, tendremos que intentar por lo menos que los días que no estemos tan pendientes de nuestro hijo, él tenga una agenda acorde a lo que necesita, es decir, pasárselo bien, pero también realizar actividades lúdicas.


Si no organizamos la agenda de nuestro hijo corremos el riesgo de que esté todas las vacaciones navideñas jugando, y pierda el ritmo académico, con lo que cuando vuelva de las vacaciones a la escuela, le costará mucho más adaptarse.
Lo más conveniente es al inicio del periodo vacacional, acordar junto con nuestro hijo, las tareas que también tiene que realizar, aparte de las merecidas y necesarias horas de juegos.
En estas horas de tareas académicas, lo más recomendable sería que estuviéramos pendientes de cómo las realiza y de si necesita algún tipo de ayuda. Pero si esto no es posible, tendremos que acordar con él que cuando volvamos a vernos, ya sea al final del día, o pasados unos días, nos tendrá de enseñar todas las tareas que a realizado.
Si consideramos que para nuestro hijo supone un esfuerzo enorme el tener que realizar deberes en el periodo vacacional, podemos tomar la decisión de premiarle si realiza el trabajo acordado. Este premio puede ser por ejemplo la asistencia a algún espectáculo infantil que él decida.
Es tiempo para disfrutar y descansar, pero también es conveniente que los niños aprendan a aprovechar el tiempo libre y a cumplir con las tareas mandadas por la escuela. Tenemos que intentar que el niño disfrute también realizando las tareas que le exigen en la escuela.
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