

Cuando estamos en grupo, dejamos de actuar como personas individuales, y nuestros comportamientos suelen estar influidos por el conjunto. Por eso, en edades críticas especialmente, tales como la adolescencia, se tienen comportamientos que pueden ser muy distintos a cómo se actuaría estando sólo, sin el grupo.
La psicología de grupos está muy estudiada, y verdaderamente es un fenómeno muy curioso, hay gente que si viera lo que es capaz de hacer en grupo, se echaría las manos a la cabeza. Al estar inmerso en un grupo, dejamos de tomar las decisiones por nosotros mismos, y se convierten en decisiones grupales.
Desde el papel de padres lo que debemos hacer es intentar dialogar lo máximo posible con nuestros hijos, explicándoles los peligros de dejarse llevar por lo amigos. Siempre desde una posición de respeto y comprensión, ya que de no ser así lo que conseguiremos será enfrentamientos que no favorecen la relación padre-hijo.
El educar a un hijo no es tarea fácil, pero debemos implicarnos lo máximo posible para trasmitir unos valores tan importantes en nuestros hijos. Un diálogo constante, a partir del cariño, es la base de toda buena relación y por ende estaremos ayudando a que nuestro hijo se forme una personalidad lo más saludable posible.