Si además a eso le sumamos que el campamento se desarrolla en un país del extranjero, con compañeros de otras partes del mundo y conociendo un paisaje, una cultura y un idioma distintos, el plus de diversión y de utilidad es innegable.


No es una opción económica, pero sí muy provechosa. Por eso, si estás pensando en enviar a tus hijos a un campamento este verano, y si tu presupuesto lo permite, la opción de hacerlo en otro país es, a la vez, un premio para ellos y una forma de que estudien idiomas casi sin darse cuenta.


Para los pequeños de la casa, la posibilidad de un campamento en el extranjero es sumamente emocionante y estimulante, ya que será la primera vez que estarán fuera de su país sin la compañía de su familia, probablemente. En este contexto, los niños se abren a nuevas experiencias culturales, idiomáticas y sociales, que quedarán para siempre en su memoria.
En general, los campamentos en el extranjero están planificados para que los asistentes experimenten toda una inmersión en el país de destino. Los lugares más habituales son Gran Bretaña, Irlanda, Francia, Italia y Alemania, y en ellos, los niños, además de asistir a clases del idioma correspondientes, realizan diferentes actividades deportivas y culturales, de manera que incluso existen los campamentos temáticos, orientados a las actividades acuáticas, de aventura, etc.
Una estupenda opción para los jóvenes de 18 años en adelante son los campos de trabajo en el extranjero. Resultan muy económicos, y, aunque no incluyen cursos de idiomas específicamente (aunque uno siempre aprenderá algo por el contacto), sí que ofrecen la posibilidad de participar en interesantes experiencias como excavar un yacimiento arqueológico, regenerar una zona costera, acondicionar albergues, etc.