De esta forma, tener en cuenta el juego como herramienta de educación permite desarrollar en los niños habilidades que desembocan en un mayor aprendizaje y comprensión de conceptos. Por este motivo, psicólogos y pedagogos aseguran que el juego aumenta el desarrollo intelectual, emocional y social en el niño.
El juego hace que niños y adolescentes se relacionen con el mundo, incentivando su creatividad y capacidad para pensar. Los juegos permiten que el niño se sienta libre y tenga el tiempo necesario para asentar lo aprendido mediante el descanso.
Así, el maestro o profesor puede inventar juegos que se ajusten a las necesidades e intereses, como a la edad y ritmo de sus alumnos. Cualquier actividad donde se mezclen ejercicios físicos y creativos generará más entusiasmo en el estudiante, haciéndole más fácil el aprendizaje.
Jugar también, desarrolla la seguridad, la atención, la reflexión y la búsqueda de alternativas en los niños. Aviva la curiosidad, la iniciativa, la imaginación y el sentido común. Todos estos valores facilitarán su desenvoltura en la vida cotidiana. Igualmente, con el juego aprenderán a aceptar la derrota y el éxito con respeto, y de esta forma comprender el funcionamiento de la sociedad y adaptarse sin ninguna dificultad.
¿Cómo deben ser los juegos educativos?
Sin embargo, no todos los juegos favorecen de la misma forma el aprendizaje en cada etapa. Para los más pequeños es más libre, mientras que para los adolescentes, el juego debe ser una actividad que despierte placer y ganas de aprender.
Para diseñar cualquier juego, primero es necesario hacerse las siguientes preguntas:
- ¿Qué se quiere provocar en el estudiante?
- ¿Cómo se va a desarrollar el proceso?
- ¿Con qué recursos cuento?
- ¿Por qué ese aprendizaje? ¿Para qué le sirve?
A partir de estas cuestiones, el docente podrá diseñar y definir qué dinámica es la mejor para sus alumnos. El juego como herramienta educativa mejora la calidad de los contenidos aprendidos y favorece la compresión. Asimismo, hará más fácil la memorización y retención de lo aprendido.
Con el juego como material educativo eliminamos las barreras que existen entre aprender y divertirse. No puede haber aprendizaje sin disfrutar lo que se está aprendiendo. Para construir un conocimiento duradero hace falta pensar y, sobre todo, sentir.