

Indudablemente, la relación que tenga el niño con su entorno académico es un factor muy importante a la hora de intuir qué corre por la cabeza de nuestro hijo. Una señal de alarma para los padres siempre es cuando su hijo no saca buenas notas o suspende. Para esto es vital la comunicación entre el colegio y los padres, por eso es conveniente que esta comunicación sea lo más frecuentemente posible, no sólo cuando se facilita el “boletín de notas”.
Si mantenemos una comunicación con los docentes del colegio de nuestro hijo, estaremos al tanto de si su rendimiento escolar está decayendo, y tendremos la oportunidad de actuar en consecuencia cuanto antes.
Cuando un joven disminuye su rendimiento escolar, evidentemente hay una causa detrás de todo esto, cambios de colegio, de ciudad, de amigos, divorcios, eventos traumáticos, etc, etc, constituyen varios de los ejemplos más típicos que suele causar el deterioro en el rendimiento escolar.
Ahora bien, en cuanto detectemos que nuestro hijo está decayendo en su rendimiento, debemos de tomar una actitud de diálogo con él, no es aconsejable el típico enfrentamiento entre padres e hijo por tener unas notas no esperadas. Por el contrario, la mejor actitud que deben tomar los padres es la de intentar encontrar el motivo de ese bajo rendimiento, para esto es imprescindible una comunicación con el menor.
Este diálogo no puede ser desde el reproche, porque si no, no vamos a conseguir que nuestro hijo nos diga cuál es el problema real por el que no estudia. Quizás el niño tenga algún problema o dificultad que no se atreve a comunicarlo a los padres, que es el causante de tal actitud negativa hacia los estudios.Hay que tener en cuenta que las primeras etapas de la vida de las personas, requieren la superación de muchas situaciones, y que éstas pueden convertirse en un muro para un niño de temprana edad.
Con lo que lo más aconsejable es que cuando detectemos que el rendimiento escolar baja en nuestro hijo, intentemos llegar a cuál es el motivo, cuál es el sentimiento o la preocupación, que ha generado ese comportamiento en el niño.