

Para concretar este objetivo, es necesario realizar una serie de ejercicios que permiten adquirir una mayor rapidez de lectura.
El primero de los métodos que acelera el ritmo de la lectura, necesita de la ayuda del dedo índice. El mismo, será utilizado como un puntero que señala el renglón en el que está ubicada la mirada. La metodología es muy sencilla: se debe subrayar con el dedo cada una de las líneas del texto, para así lograr un mayor enfoque de los ojos, obligándolos a mantener una disciplina constante y una fijación amplia.
La vista no debe perder al dedo, que debe moverse lo suficientemente despacio como para entender texto. No obstante, es muy importante que el índice no se detenga en ningún momento.
Luego de finalizar el párrafo o la página, es muy útil realizar un repaso sobre lo leído. Cabe destacar que este acto consta, simplemente, del movimiento que lleva a los ojos hasta la primera palabra de la siguiente línea.
La utilización del movimiento del dedo en forma de S a largo del texto es otro consejo útil y muy conocido para incrementar el ritmo de lectura. Esta acción es muy útil para hacer repasos y análisis de una lectura. No obstante, no tiene validez para quienes deseen llevar adelante el tratamiento estándar y reflexivo de una lectura.
Finalmente, existe el método de lectura de dos en dos líneas, que se implementa para hacer simulacros destinados a la ampliación de fijaciones. Si bien en un principio es un proceso que parece engorroso, la práctica permite la compresión del mismo. Cabe destacar que este modo debe ser utilizado con documentos que están divididos en columnas como, por ejemplo, los periódicos, algunas revistas, etc. así la pérdida de la información es menor.
La lectura veloz, puede ser útil en algunos casos pero nada tiene que ver con la lectura comprensiva. Es difícil que un estudiante que desconozca un tema pueda estudiar y rendir correctamente empleando lectura veloz.